דף הבית >> El amante que hoy ni irrita ni sorprende- ....relativamente !
 
Leer nuevamente la novela de D. H. Lawrence - El amante de Lady Chatterley-genera hoy una vivencia más sociológica que literaria. Cuando el texto  vio tímida y 

atrevida luz en 1928, en la ciudad italiana de Florencia, suscitó un mayúsculo escándalo como si, en lugar de letras y palabras, dibujara cuerpos desnudos en 

pecaminoso diálogo. Debido a criterios que en estos  días apenas podemos descifrar, la publicación de este relato fue prohibida durante tres décadas no sólo en 

Inglaterra;  también en India, Australia, Estados Unidos, Japón y América Latina. Como  si la cópula sexual protagonizada en un bosque, con suspiros y movimientos 

placenteros, distante de arreglos convencionales, fuera el crimen más despiadado que una pareja puede concebir y practicar. Un hecho que hoy todos los medios de 

comunicación difunden  sin embozo,  superando a menudo  la veda de los que se consideran adultos.  Mudanza radical que solicita alguna explicación. 

La vida y las andanzas de D. H. Lawrence (1988-1930) suministran algunas pistas sobre el origen de  su afición a suscitar escándalos en una sociedad temerosa de 

nuestra original desnudez. Hijo de un rico minero apenas alfabeto y de una maestra de escuela primaria, procuró fugarse de la mediocridad a través de múltiples 

peregrinaciones en escuelas y países. Como británico viajó por Alemania, Italia, Australia, Ceylón,   Estados Unidos y México, en compañía de Frida, alemana que  

abandonó a marido y  a sus tres hijos para acompañar al escritor en estos tránsitos.Con su letra y con el cuerpo, sin distinguir entre sexos, Lawrence  describió 

la presencia y el vigor de impulsos elementales que un Freud ya había enunciado en términos teóricos y circunspectos. Entre sus relatos sobresalieron Hijos y amantes, 

Mujeres enamoradas, y La serpiente emplumada. 

Sin disputa, su creación más difundida, publicada dos años antes de su muerte víctima de la tuberculosis, es sin duda El amante de lady Chatterley. Una, o más 

exatamente  la,  mujer  - Constanza-  es  el eje del relato. A los ojos de la aristocracia británica ella tenía una presencia  apenas importante:  origen burgués, 

virginidad dudosa, constantemente inclinada a hacer y hacerse preguntas en un medio masculino envuelto por severas investiduras. Contrajo matrimonio con el 

aristócrata Sir Clifford Chatterley, quien desde el inicio  brindó  a Constanza múltiples comodidades sin ninguna expresión sensual o  afectiva. Situación que se 

agravará cuando él retorna de la guerra enfermo y parapléjico, inepto para enhebrar algún diálogo corporal con la mujer. 

Entonces Constanza busca el ausente placer en un amigo del  esposo, aristócrata y reprimido como él, sin obtenerlo. Pero más tarde  su mirada y su cuerpo descubrirán 

al guardabosques Oliver, hombre rudo, de modesta extracción social,que apenas tolera las irritantes exigencias de su consorte. Sin embargo, al andar del tiempo, a 

través del juego de miradas y distancias convenidas, vacilaciones y convergencias, ellos se unirán en una hirviente intimidad. 

Este escenario – que hoy se nos antoja apenas original y pecaminoso, al menos cuando afecta a los otros...– movilizó la censura en múltiples países. No se trata 

solamente de un relato que describe la afiebrada entrega de cuerpos que se funden y confunden. Dos circunstancias adicionales ofendieron a los lectores. Primero,  el 

origen desigual de los amantes, pues Constanza provenía de una burguesía que se ennoblece al unirse a la aristocracia, en tanto que Oliver presentaba  un sustrato 

inferior y un vocabulario limitado. Y después, la coincidencia de ambos en un placer en apariencia sólo físico que no pocos consideraron entonces grosero y primitivo.

Las creaciones de Lawrence pusieron en jaque a una cultura represiva que consideraba los placeres  del cuerpo como una vivencia impuramente elemental, 

casi zoológica. Al menos en el inicio, no hubo amor - como feliz coincidencia psicológica- en los nexos entre Costanza y Oliver; la afinidad entre ellos fue 

inmediata, irreflexiva, y emanó de otras circunstancias, como la decepción de ella respecto de su marido y el enojo de Oliver en relación a su esposa. Un extraño  

tendrá dificultades en comprender -  incluso aceptar -  la unión física entre ellos, pues cada uno se condujo  conforme a motivos  acaso desiguales, incluso distantes, 

pero coincidieron en el encuentro corporal. Y cada uno se dará en su momento un informe tal vez  desigual  que al cabo es estrictamente subjetivo.  Y aunque 

intransmisible para los demás, lo presidió  una lógica interna inaceptable en los tiempos de Lawrence pero difundida – sin ser en todos los casos  comprensible -  en 

los actuales.